Cuando Pase El Temblor


Primero, quiero aclarar que este artículo no lo escribo para dar la noticia de los acontecimientos en Ecuador, pues todos sabemos qué pasó. Este artículo es más personal para mí.

Desde pequeño, escuché historias acerca de mis abuelos en Ecuador. Mi abuelo siempre se le escucha hablar con un amor infinito a una tierra que nunca he conocido pero que de alguna forma hace parte de mí. 

Cuando en las noticias hablan de terremotos en otros países, mis comentarios no pasan de "Pobresitos, ojalá logren recuperarse" o "Toca ver de qué forma se puede ayudar". Esta vez no fue así. Por alguna razón, apenas supe del terremoto, dentro de mí existió un sentimiento legitimo de dolor hacia una nación que siempre sentí ajena a la mía y ahí fue donde me pregunte ¿En verdad es tan ajena? No lo creo. Si bien ni mi padre ni yo somos ecuatorianos, hay un lazo con el país vecino. Horas enteras escuchando historias de mi abuelo acerca de su hermoso Ecuador, por el cual estuvo dispuesto a dar su vida cuando sirvió a la Fuerza Aérea, lograron generar en mí una conexión con un país que no he visto más que en fotos. Una conexión que logró evitar mis típicos comentarios a situaciones similares.
Casa en Guayaquil
Todo esto me llevó a pensar algo. Mi sentimiento de angustia causada por la situación existe por mi cercanía al país y no por las casi 500 victimas del terremoto. Sin darme cuenta, mi angustia era de alguna forma egoísta. ¿Por qué me preocupaba por Ecuador, pero no me preocupé por Japón con su terremoto hace poco? A fin de cuentas ambos países fueron golpeados por sismos muy fuertes, vidas se pusieron en peligro y hogares de derrumbaron; pero aun así decidí ignorar al país asiático por simple egoísmo. Pude haber dirigido mi atención y solidaridad a ambas naciones, pero me centré en solo una. 
Terremoto en Japón
Quiero concluir éste artículo con una reflexión. Nos centramos en eventos que son cercanos a nosotros pero ignoramos los que son nos son distantes, las vidas que se pierden que no tienen relación con la nuestra son de alguna forma 'irrelevantes' para nuestra mente, hasta que logremos generar un lazo con el fin de tener alguna clase de empatía con las situaciones. Eso es lo que hace que nos importen. Pienso, independiente a la situación, que tiene que haber un esfuerzo en crear esos lasos con las situaciones distantes para así poder eliminar la irrelevancia y lograr comprender el dolor ajeno.

- Julián Baquero
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